TORMENTA DE GAVIOTAS
Aún recuerdo tu voz cantar callada, como si fuesen a molestar las alas de un ángel al echar a volar, tu voz apenas susurrada.
Mientras, yo observaba si el naranja que babeaba el Sol sobre la Mar era de un fuego distinto cuando vuelven los pesqueros en la tormenta de gaviotas, como si fuesen a volar peces en las nubes.
Y en la miel de tu rostro nunca caducaba el maquillaje, y en tus piernas no cansaba el movimiento, y siempre tendrá mil rincones de ámbar mi imaginación entre tus pechos. Nunca se mojaba la lluvia en tus mejillas, como si solo faltasen tus ojos en la Sixtina.
Después, yo no vi pintar a la Luna sobre la Mar todos sus grises, como si fuese a secarse el mercurio sobre la Sal. Como si algunos días de Julio fuesen más fríos que las mañanas de Enero.
Me dijiste que no lo contara, pero yo tenía que pintarte sobre el cielo. Y nadie dijo nada. Solo alguien sonrió. Otros miraron al suelo. Y yo me tumbé en la arena a disfrutar por saber dónde está el secreto de tus ojos en la Sixtina, porque entre el dolor y la nada, elegí el dolor, luego la nada, y otra vez el dolor.
Etiquetas: TORMENTA DE GAVIOTAS